En el pasado encuentro del club de lectura sobre la novela de Isabel Allende Largo pétalo de mar, Francisco Quevedo García, el coordinador, nos sorprendía, cuando ya llevábamos, aproximadamente, una hora debatiendo sobre el libro, con la presentación de alguien muy especial que había asistido a nuestra cita, su amigo y antiguo profesor de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, Manuel Domínguez Llera, uno de los niños del Winnipeg.

Los españoles del Winnipeg

En 1938, en plena Guerra Civil española, Manuel junto a su familia emprendió un largo viaje que comenzó en un pueblo de Asturias. El miedo a las represalias, a las torturas y a la muerte, obligó a muchas personas a abandonar sus hogares. Iban de pueblo en pueblo, descansando en las casas de quienes ya habían partido, las encontraban intactas, como si fueran a volver en cualquier momento. Recuerda su paso por la frontera de Francia, y lo describe tal y como vemos en los documentales, las personas se habían ido uniendo por los caminos y formaban largas colas. Caminaban y cargaban con las pocas pertenencias que habían podido llevar consigo. La madre de Manuel caminaba en aquellas filas con sus dos hijos y una maleta, hasta que tuvo que decidir dejar atrás aquella maleta pues se la hacía imposible avanzar con ella y los dos pequeños.